Jazmín azul: lo negro de la vida

Norma L. Vázquez Alanís

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Abril 23, 2014 22:27 hrs.

Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

Cultura Nacional › México Ciudad de México


Con ‘Jazmín azul’, Woody Allen regresa a Estados Unidos y a su cine intimista del periodo de metamorfosis (‘Interiores’, 1978 y ‘Recuerdos de una estrella’, 1980) en que dejó la comedia; concluyó su etapa europea de historias intercaladas, aprovechadas para mostrar sitios interesantes o emblemáticos de París o Roma -y por las que los críticos más simplistas lo calificaron como turista de lujo, merced a la generosidad de los productores europeos- para retomar sus personajes complejos y disímbolos.

Vuelve también al rodaje en interiores… presenta constantes flash backs muy bien hilados, que van dando al espectador las pistas para conocer las distintas versiones del hecho que detonó la crisis en que está sumida la protagonista, la cual más allá de ser financiera, es moral.

Jazmín, el personaje central de esta interesante historia, está inmersa en un estado de histeria, neurosis, mitomanía, paranoia y esquizofrenia que la llevan a evadir continuamente la realidad, con el consumo inmoderado de calmantes que combina con alcohol para recuperar, en vano, la serenidad.

El cineasta neoyorquino trae a la pantalla un contraste entre dos mujeres que fueron adoptadas por un matrimonio de clase media baja: Ginger, la conforme con su condición de asalariada y ama de casa que va sacando adelante a sus hijos a pesar de que está separada del marido, y Jazmín, la ambiciosa que se casó con un millonario cuya fortuna fue hecha a base de estafas que en algún momento quedan al descubierto para la justicia y acaba suicidándose en la cárcel. Ella no puede soportar el desmoronamiento de su mundo de lujo y abundancia.

En este filme, Allen hace la crítica, quizá más despiadada, de una sociedad obsesionada por el dinero y las apariencias, compuesta por arribistas e hipócritas que han hecho su fortuna de manera fraudulenta.

Allen presenta una película con múltiples lecturas, desde el momento en que la historia tiene dos caras, pues una de las hermanas es rubia (Jazmín, encarnada por Cate Blanchett -ganadora del Oscar a la mejor actriz en 2013- quien entiende a la perfección la quiebra de su personaje) y la otra morena (Ginger, interpretada por una genial Sally Hawkins); en ellas representa el director el choque de clases.

Así construye una metáfora sobre la sociedad que siempre vivió de la especulación, el robo financiero, el desfalco y el engaño, y aquella dedicada al trabajo manual y pesado que saca adelante la producción; ambas atrapadas ahora en la encrucijada de la crisis y la recesión. Esto crea en el espectador un cúmulo de emociones contrapuestas que irremediablemente lo conducen a la reflexión.

Con altas dosis de ironía y reproche con humor negro hacia la incongruencia, el septuagenario director -a quien más de un crítico especializado consideraba acabado porque, decían, su filmografía se había estancado- trae de nuevo a la pantalla un análisis con lupa del ser humano para, de forma brutal y sin compasión, ahondar en el aspecto más oscuro del alma a través de narraciones psicóticas y enfermizas de su personaje central, al que hace navegar sin tregua entre el pasado de una vida de socialité despreocupada por el sustento, y el presente de una existencia sin lujo ni riqueza, que la obliga a inventarse una vida completamente ajena, tan extraña e inútil como la anterior, pero de otra manera.

En este sentido, Jazmín podría ser el equivalente actual de la Daisy Buchanan de 'El gran Gatsby' (novela del escritor estadounidense Scott Fitzgerald, publicada en1925), es decir, el mejor símbolo y representación fiel de todo lo hueco y lo doloroso que habita en el ser humano.

La película ‘Jazmín azul’ es simplemente la historia desconsolada y triste de una existencia vacía, fría, desangelada, con un final woddyallenesco que deja al espectador la imagen de una protagonista totalmente alienada, sin el glamur que la caracterizó durante gran parte del filme, contando y recontando su historia… a nadie.

(‘Blue Jasmine’, 2013, con guión del propio Allen y una impactante fotografía de Javier Aguirresarobe; duración 98 minutos. Completan el reparto Alec Baldwin, Bobby Cannavale y Peter Sarsgaard).

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